Leopoldo Román Cuevas

Leopoldo Román Cuevas
Destacado investigador del Instituto de Matemáticas de la UNAM
Investigación
Sus áreas de interés fueron la teoría de las categorías, la teoría de las retículas, la teoría de grupos, la lógica matemática y la lógica cuántica.
Matemáticas
Leopoldo veía a las matemáticas de manera directa, entendía por sí mismo el mecanismo de los objetos que trabajaba y, una vez que detectaba las preguntas relevantes, profundizaba en ellas.
Premios
Sus tesis de maestría y doctorado le valieron la medalla Gabino Barreda tanto en maestría como en doctorado, y el apoyo para ser becario en el Instituto de Matemáticas de la UNAM.
Caballero del buen vestir
Recordando a Leopoldo Román Cuevas a diez años de su partida

Nace en la Ciudad de México el día 2 de mayo de 1959. Obtuvo sus grados de Licenciatura, Maestrìa y Doctorado en Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo la "Medalla de Plata Gabino Barreda" en los niveles de Maestrìa y Doctorado. Hizo un Postdoctorado en la "McGill University" en Canadá.

El 12 de octubre del 2006 partió para "conquistar otros mundos'', pues "él ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí'', eran con frecuencia sus últimas palabras.

 

Leopoldo Román Cuevas (Ciudad de México, 1959–2006) fue investigador en el Instituto de Matemáticas de la UNAM. Su área de investigación se enfocó, principalmente, hacia la lógica matemática, por cierto muy poco cultivada en México.
Sus asesores doctorales fueron Alejandro Odgers López y Francisco Tomás Pons, el título de su tesis doctoral es "Categorías Ultradiofánticas''. Debe observarse que en aquellos años (1980 –1985), existían en el Instituto varios grupos de investigación ya establecidos y algunos otros emergentes. El intentar un trabajo doctoral con relativamente poco apoyo de profesores ya establecidos, puso a Leopoldo en innegable desventaja, respecto a estudiantes de otros grupos en el Instituto. Me explico, Leopoldo deseaba desarrollar su investigación en lógica, área que no coincidía completamente con la de sus asesores.


El reto era enorme; producir resultados intelectuales significativos, en un tema como las matemáticas, con hondas raíces y cultivadas internacionalmente.
Una tierra prometida.
Conviene ponderar que entonces no se contaba con navegadores, buscadores web, videoconferencias, entre otros medios electrónicos. Por lo que enterarse de alguna investigación o artículo, requería asistir a conferencias internacionales o tener la asesoría de profesores activos en el área en que se deseaba trabajar. La colaboración persona a persona era herramienta indispensable.
Las armas con que Leopoldo enfrentó este reto quizá pueden resumirse como sigue. Disciplina; trabajar ocho horas o más, cinco días de la semana. Honestidad científica; al avanzar resultado a resultado, efectuar una autocrítica del lugar y valor de lo comprendido; teniendo como faro el anhelo de obtener resultados significativos. Un tercer recurso de su arsenal, que no debe menospreciarse; un magnífico castellano, ello le permitía redactar sus ideas con claridad y elegancia.

Al madurar en su línea de investigación, Leopoldo se interesó en los fundamentos lógicos de la mecánica cuántica. Ello le requirió trabajar con físicos, aprender el análisis funcional necesario y finalmente, acrisolar estas ideas en trabajos de investigación rigurosos.
En México, Leopoldo trabajó conjuntamente con; Beatriz Rumbos Pellicer y Rita Zuazua Vega (en lógica cuántica); Francisco Gónzalez Acuña, Alejandro Díaz Barriga y Francisco Marmolejo Rivas (en sumas activas de grupos). En el extranjero; con Robert Paré de Dalhousie University, en Halifax Canadá (un artículo sobre números dinaturales, contiene algunos de los resultados que él más apreciaba).
Diversas estancias largas fuera del país le fueron valiosas. La primera en McGill University en Montreal Canadá en los años 1986–1987, fue su estancia posdoctoral con Joachim Lambek (cuya biografía puede hallarse con Google). La segunda en 1989 en Dalhousie University con Robert Paré. La tercera en el Imperial College en Londres, Inglaterra en 1993. En la década de los 2000 cabe mencionar, un año sabático en Louisiana Tech University en Ruston U. S. A., y una estadía de seis meses en Bogotá, Colombia.

Como ayudante y maestro en la Facultad de Ciencias de la UNAM, desde principios de los ochentas, Leopoldo tuvo fama (y sin duda lo fue) de duro y sincero. Ello nacía de su mirada a la evolución de la matemática en México, la dura competencia internacional y dar cause a la enorme riqueza intelectual que emana de la Facultad de Ciencias. Me atrevo a decir que Leopoldo ejercía con esos dos aspectos como virtudes, o que al menos un núcleo de profesores que piensen así, se valora necesario. La naturalidad de Leopoldo vale; como maestro no exigía a sus alumnos llevar a cabo tareas académicas que él mismo no hubiese sacado adelante.
Leopoldo se desempeñó como investigador en el Instituto de Matemáticas de la UNAM en Ciudad Universitaria de 1987 a 2006. Él era consciente de la libertad y apoyo que la UNAM otorga a sus investigadores, como algo invaluable y con escasos paralelos en nuestra sociedad. La exigencia de calidad que él se imponía en su investigación, era su respuesta a esa libertad.
En el terreno práctico, recuerdo que cuando algún asunto académico o administrativo en el ámbito del Instituto no le gustaba, escribía una carta al Consejo Interno comentando el asunto; la carta era usualmente dura. Con socarronería, algunos colegas nos referíamos a esas cartas como "epístolas de Leopoldo al Consejo Interno''. ¡Excelente compartir una idea o comentario, con quien puede llevar a cabo una mejora! Así su comentario trascendía los pasillos del Instituto, dejando de ser estéril, para convertirse en algo útil.

En muchas tertulias que compartí con Leopoldo (él ya establecido como investigador joven y socialmente culto) generosamente me obsequiaba ideas y apreciaciones sobre las matemáticas. Leopoldo me comentaba sobre los investigadores líderes en México, en particular aquellos en el Instituto de Matemáticas.
Por esos años, William Thurston visitó el Cinvestav del IPN para la conferencia Solomon Lefschetz 1985. Leopoldo me hacía notar la diferencia entre una prueba a la Thurston (girando las manos para evocar un giro de Dehn o una cirugía en una tres variedad hiperbólica) versus una prueba en teoría de categorías, guiándose por la intuición de los diagramas incluidos.
Esto es, Leopoldo era capaz de valorar la intuición de los dibujos (para el geómetra), los diagramas (para el algebrista) o de los operadores (para el analista). Si bien, su intuición emanaba del segundo mecanismo.

Leopoldo fue un viajero académico, buscando enriquecer su conocimiento y recibir retroalimentación a sus ideas de especialistas líderes en su área. Contaré ahora una anécdota de sus viajes, pensando en que puede ser útil a los matemáticos que se inician en investigación. Ya que ella describe "una meta'' (concepto a veces intangible para los académicos que desean trabajar en algo tan abstracto y escurridizo, como puede ser la investigación en matemáticas).
Esto ocurrió a fines de 1986, en su estancia posdoctoral en McGill; la entresaco casi verbatim de una de sus cartas.

"... como te has de imaginar me sentía muy ilusionado con ese resultado, pues tengo bastante trabajando en esas ideas. Creo que éste ha sido el primer problema que resuelvo sin ayuda de nadie. Cuando le dije a Lambek que había resuelto el problema me felicitó. Días después el propio Lambek le contaba a la gente sobre mis resultados, cosa que nunca antes había hecho. Eso no es todo, en el Congreso Phil Scott (colaborador de Lambek en lógica categórica) dio una plática de cuarenta minutos donde se propuso hablar de los resultados que se tienen en esta rama.
Me sentía un poco triste en ese momento pues me decía: de seguro no va a mencionar mis resultados triviales. Estaba tomando notas sobre lo que Scott decía, cuando de pronto aparece mi nombre y el primer teorema que probé este año; me quedé helado. Los últimos diez minutos se los pasó contando y explicando mis resultados; hizo énfasis en la dificultad de ellos y los comparó con los resultados parciales que se tenían antes. En fin, fue como una especie de lanzamiento para mí ...''

Ahora treinta años después, volviendo a leer su carta, no tengo duda de que Leopoldo arribó a su tierra prometida.

Jesús Ruperto Muciño Raymundo
Centro de Ciencias Matemáticas, UNAM Morelia

Ciudad Universitaria, Cd. de México, Octubre de 2016

Pensamientos de Leopoldo Román Cuevas

El 12 de octubre del 2006 partió (Leopoldo Román) para "conquistar otros mundos'', pues "él ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí'', eran con frecuencia sus últimas palabras.