Fray Diego Rodríguez

Científico y Religioso
Fray Diego Rodríguez, notable científico mercedario que ocupó la primera cátedra de matemáticas de la Real y Pontificia Universidad de México en el siglo XVII.
Reloj
Reloj en la Ciudad de Oaxaca. Fue donado en 1639 para conmemorar la inauguración de la puerta sur del templo. El reloj fue creado por Fray Diego Rodríguez.
Astrónomo y Matemático
Diego Rodríguez se caracterizaba por ser de una generación de personas dedicadas a varios campos de estudio, comenzando con las matemáticas que derivaría a las ciencias (astronomía).

Fray Diego Rodríguez, fue reconocido por ser el fundador de la primera cátedra dada en toda Latinoamérica de Matemáticas, Astronomía y Astrología en el año de 1637 en la Facultad de Medicina de la Real y Pontifica Universidad de México. En las Cátedras de Matemáticas, Fray Diego incluyó estudios de astronomía, trigonometría, geometría, álgebra y cosmografía, explicando las principales ideas matemáticas de autores que en Europa aún no eran aceptados.

 

Luis Navarro García                                                                                                                                

Madrid España, 14 de diciembre del 2021

Criollo de primera generación, neo-español o proto-mexicano, y hombre de ciencia.

Religioso, astrónomo y matemático nacido en Atitalaquia (México) en 1596 y fallecido en Ciudad de México en 1668.

 

(De https://unidadparlamentaria.com.mx/2021/12/14/fray-diego-rodriguez/ )

Aunque de ascendencia humilde, de padres ganaderos, esto no fue impedimento para que en 1613 ingresara como fraile en la orden de la Merced, en Ciudad de México.

Uno de los personajes más importantes del periodo de ilustración científica que se vivió en México en la segunda mitad del siglo XVII.

Matemático, astrónomo e innovador tecnológico que tuvo gran influencia sobre la comunidad científica que apareció en ese periodo.

En 1620 inició sus estudios astronómicos y matemáticos.

Fue tan destacado en su labor como reconocido, por ser el fundador de la primera cátedra dada en toda Latinoamérica de Matemáticas, Astronomía y Astrología en el año de 1637 en la Facultad de Medicina de la Real y Pontifica Universidad de México.

Don Carlos de Sigüenza y Góngora fue uno de sus más notables alumnos y quien después lo sucedería al momento de su fallecimiento continuando la labor que había dejado Fray Diego Rodríguez.

Su relevancia versó en gran parte por ser uno de los principales introductores de la ciencia moderna europea en la Nueva España.

Al mismo tiempo notable por su impresión de sus seis obras manuscritas de las cuales cuatro de ellas se encuentran actualmente en la reserva de la Biblioteca Nacional de México.

Las actividades llevadas a cabo dentro del claustro universitario fueron de diversa índole.

Sabemos, que por sus habilidades como «aritmético», fue nombrado contador de la Real y Pontificia Universidad, cargo que ocupó durante varios años.

Las matemáticas que se estudiaban en México hacia el año de 1630 no eran otras que las del Renacimiento: geometría clásica, álgebra, aritmética y trigonometría. Lugar relevante ocupaba la ciencia de los números, a la que podemos llamar «aritmosofía«, pues como heredera de la vieja tradición hermético-pitagórica intentaba determinar el papel de los números en la aprehensión de la idea de belleza basada en una armonía o un equilibrio.

Conocía los mayores tratados científicos de su época y estaba familiarizado con las teorías astronómicas de Copérnico,

Tycho Brahe y Kepler, las teorías físicas de Gilbert, Stevin y Galileo, así como las matemáticas de Cardano, Tartaglia, Bombelli, y Neper.

En particular, su conocimiento de matemáticas era muy avanzado para su tiempo (dominaba la geometría, el álgebra y la trigonometría) y se dedicaba también a las matemáticas aplicadas, que él llamaba «impuras».

En 1639 en el convento de Santo Domingo, en la ciudad de Oaxaca, Fray Diego Rodríguez construyó un reloj de sol esculpiéndolo en una pesada lápida de basalto, que aún persiste ahí a día de hoy.

En 1640 formó parte del «claustro pleno» que vetó un nombramiento arbitrario del virrey Marqués de Villena, hecho que violaba los estatutos y que fue origen de un largo y penoso pleito entre las autoridades universitarias y el virrey.

Intervino en el problema técnico de las obras del desagüe del valle de México, y ganó el concurso convocado para diseñar los aparatos que trasladarían las pesadas campanas de la catedral a la torre nueva en 1654.

Durante su labor se dedicó a divulgar y a comunicar lo que investigaba. Estudiaba en beneficio de sus estudiantes y la sociedad del México colonizado.

Fue sin lugar a dudas un gran impulsor de la ciencia moderna en el México del siglo XVII, pues, entre otros aportes, logró congregar a su alrededor una especie de academia informal, una tertulia científica, formada por un grupo de aquellos pensadores novohispanos interesados en las ciencias, en particular en las matemáticas y la astronomía.

Estos intelectuales estaban inmersos en el paradigma hermético, por lo cual la práctica científica en ese momento era una especie de amalgama difusa de teorías y técnicas sin fronteras claramente definidas con la teología, la metafísica, la astrología judiciaria y la magia.

Algunos de los integrantes de este grupo, como por ejemplo el astrólogo mulato Gaspar Rivero Vasconcelos, fueron acusados de practicar la judiciaria, de calumniar al Santo Oficio y a sus ministros y de ser sospechosos de herejía.

La persecución fue implacable, algunos de ellos fueron despojados de sus bienes y/o encarcelados, como el “maestro mayor de obras” de la Catedral, el arquitecto, bibliófilo y astrólogo Melchor Pérez de Soto, quien murió en prisión asesinado por otro interno, según cuentan fuentes oficiales.

Escribió numerosas obras, algunas de ellas verdaderas aportaciones revolucionarias a las matemáticas (como su extenso tratado sobre logaritmos), la astronomía y la ingeniería, además de tratados tecnológicos.

De entre todos ellos, concretamente en los tratados tecnológicos trataba sobre la construcción de relojes precisos.

Muchas de estas obras fueron desarrolladas para sus propios cursos en la universidad, otras fueron hechas para apoyar sus propias investigaciones, como el tratado para la predicción y medición exacta de los eclipses.

Esta última obra sería fundamental para el cálculo preciso de las posiciones geográficas dado que un eclipse permite sincronizar la hora en que se registró el suceso en distintos lugares geográficos.

Esto y sus trabajos para el perfeccionamiento de los relojes le permitieron medir la posición de la Ciudad de México con una exactitud mayor que la que realizó siglo y medio más tarde y con mejores medios, Alejandro de Humboldt.

Es curioso que tantas y tan valiosas aportaciones de un solo personaje y sus alumnos no haya dejado mucha huella en la memoria histórica.

Pensamientos de Fray Diego Rodríguez

No por esto se colige, y queda comprobado, que todo cometa sea mal quisto, y el malsín del cielo, y que sólo tenga gusto cuando ve y hace llorar, porque aunque esto sea así en muchos, hay cometas también plácidos, alegres, músicos y cantores; amigos de festines, y que son correos y portadores de buenas nuevas


Fray Diego Rodríguez