Por Robert Paré.
Tengo una imágen de Leopoldo Román explicándome algo de matemáticas. He olvidado lo que era, pero era muy intenso. Lo que me queda ahora es la memoria de cómo escribía. Escribía rápido, las letras bien formadas y presionaba con fuerza sobre el papel. Pienso que esto puede ser tomado como una metáfora de toda su vida.
Nos conocimos en 1985, cuando yo estaba de licencia en McGill y él estaba haciendo un posdoctorado allí. Cada semana viajamos juntos en autobús para asistir al seminario de Reyes en l'Universite de Montreal. Solíamos discutir muchas cosas en estos viajes, sobre todo matemáticas.
Tenía Leopoldo fuertes convicciones sobre la mayoría de los temas y las matemáticas no eran una excepción. Creía fuertemente en la importancia de la teoría de las categorías y era esta la razón por la cual se encontraba en Montreal. Nunca discutimos cómo es que llegó a tomar esta posición y creo que ahora nunca lo llegaré a saber.
Lo que es seguro es no siguió el camino canónico, esto es, elegir un asesor en teoría de las categorías y seguir su dirección. Lo que es claro es que él creía en lo que hacía y perseveraba a pesar de la controversia.
Asistimos a una reunión en Boulder, Colorado. Un día ibamos caminando cuando me preguntó si sabía yo lo que quería decir "Colorado". Cuando le dije que no, me dijo que quería decir "de color rojo". Era cierto que la tierra y las piedras eran rojas, pero esto no era una lección de geografía o lingüística. Era por supuesto, una afirmación política, pero ya no pedí más detalles.
Él tenía sus demonios. Su mente jamás estaba en reposo y las discusiones podían volverse acaloradas si no estabas de acuerdo con él. Me da tristeza decir que no hablamos muchos en el último par de años. Me arrepiento ahora de no haber podido poner a un lado nuestras pequeñas diferencias porque él era un amigo leal e incondicional. Pero ahora es muy tarde.
Carta informativa SMM.
Octubre 2006