La historia de las matemáticas mexicanas, como la de muchas otras ciencias en nuestro país, está por escribirse. En ciertos períodos de nuestra historia se han dispersado y perdido bibliotecas enteras. Octavio Paz afirma que "La Reforma liberal destruyó una parte preciosa de la historia de México; contribuyó así decisivamente, en el proceso de automutilación que nos ha convertido en un pueblo sin memoria"y más adelante también expone que "Ante la desaparición de (...), la melancolía que provoca invariablemente el estudio de nuestro pasado se transforma en desesperación. Se dice que la pasión que corroe a los pueblos hispánicos es la envidia; peor y más poderosa es la incuria, creadora de nuestros desiertos". (O. Paz, las trampas de la fe)

 

 Cuando un matemático mexicano voltea a ver quienes fueron sus antecesores antes de 1930 tiene una sensación de vacío que no experimentan los matemáticos alemanes, ingleses o griegos, por ejemplo. Un distinguido matemático mexicano escribe: "Hace poco más de cincuenta años unas persona inquietas, (...), plantaron una semilla en nuestro país. Así nació la matemática mexicana, que hoy es un árbol jóven pero ya robusto y con una creciente vitalidad" (L.G. Gorostiza, Boletín de la Academia de Investigación Científica, Sep. Oct. 1993). ¿Nació la matemática en México hace 50 años?, ¿Qué hubo antes?

Hurgando un poco en nuestro pasado nos encontramos con un hecho sorprendente: el primer trabajo en matemáticas que apareció en el Nuevo Mundo se imprimió en la Ciudad de México en 1556. El título de la obra es Sumario Compendioso y el autor Juan Diez, originario de Galicia, España que acompañó a Cortés en la conquista de la Nueva España. Una figura destacada de las matemáticas teóricas de fines del siglo XVI fué Juan de Porres Osorio, quien ideó nuevos métodos para dividir la circunferencia así como para la construcción aproximada del polígono de 36 lados. Erico Martínez también fué un matemático sobresaliente que ostentó el cargo de cosmógrafo real.

El padre mercedario Diego Rodríguez fué el primer titular de la cátedra de astrología y matemáticas de la Real y Pontificia Universidad de México en 1637. Estudió las ecuaciones de tercer y cuarto grado, aplicó los lograritmos a cálculos astronómicos, escribió un tratado sobre la fabricación de relojes y trabajó con los números imaginarios. Discípulo de fray Diego fué Carlos de Sigüenza y Góngora. Este intelectual novohispano, contemporáneo y amigo de Sor Juana, fué un notable matemático.

Después de estos matemáticos barrocos, se conocen matemáticos ilustrados en el siglo XVIII como José Ignacio Bartolache y Antonio de León y Gama.

Rafaél del Río C.

Octubre 1994