Fui discípulo de Nápoles en 1930, cuando entré a la Preparatoria.Fue el año en que se dio la primera beca Guggenheim para matemáticos. Nos enteramos por el periódico de que se le había otorgado Alfonso Nápoles Gándara.
Era muy buen expositor, muy ordenado. Yo asistí siempre a su clase con mucho gusto. Llegaba a su clase viendo hacia adelante y no saludaba a nadie. Me ha tocado conocer a esta fauna tan rica y tan rara de los matemáticos, formamos un bosque de gentes estrañas, excepto Neumann y yo. Y a veces hasta Neumann se me hace un poco extraño. Nápoles caminaba muy derecho, muy rápido y creo que no he conocido a nadie que administrara el área del pizarrón como él lo hacia. Era agradable ese orden. Simplemente con asistir a su clase aprendía uno lo que se necesitaba. Se comparaba muy favorablemente con los profesores de matemáticas que me habían tocado en secundaria. Cuando fue a Estados Unidos, Nápoles hizo un esfuerzo heroico que yo no aprecié debidamente en esa época. Sólo supe que había estado 2 años fuera y él regresar dio cursos superiores de matemáticas. Lo que no sabía es que tomó 14 cursos y la moyor parte los pasó con muy buenas calificaciones y sin dominar el inglés. A la muerte se Sotero todos convinimos en que Nápoles era el indicado para continuar su obra.
(Una Conversación con Alberto Barajas el hacedor de sueños.
Carta Informativa SMM
Núm 11
Noviembre 1996
Pag. 7, 8, 9 y 10)