De visita en México, donde recibió el Doctorado Honoris Causa por parte del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), el científico inglés Roger Penrose charló con Excélsior sobre su idea del universo, la mente humana y la enseñanza. El profesor emérito de matemáticas de la Universidad de Oxford participó en la Conferencia Lefschetz 2015, que anualmente recuerda al matemático Solomon Lefschetz.
En su libro Con nosotros, después de nosotros. Dominar el futuro (2013), Jacques Attali y Shimon Peres dicen que la humanidad quizá debería de dejar de explorar el espacio y aprender más sobre el cerebro. Usted, que ha estudiado ambas cosas, ¿qué piensa al respecto?
Los dos, el espacio y el cerebro, son fascinantes. Mi trabajo actual tiene más que ver con el primero. Es donde yo tendría más experiencia. Lo que pueda yo decir del cerebro es a través de mi conocimiento de la física, aunque colaboro con Stuart Hameroff, un anestesiólogo estadunidense que me ha ayudado a entender las cuestiones biológicas. Entonces, si bien me interesa mucho la estructura del cerebro, no soy un experto. Sólo podría decir cosas generales en conexión con el pensamiento, la conciencia o lo que yo creo que es relevante en ese terreno y que tiene que ver con las limitaciones de la mecánica cuántica.
En la vida cotidiana hacemos poca distinción entre el cerebro y la mente. Usted ha escrito mucho sobre eso.
Claro, la mente significa cosas diferentes para distintas personas. Yo me he interesado en la mente consciente. La gente usaría la misma palabra, mente, para referirse a la actividad inconsciente. Sin embargo, creo que el misterio principal está en la actividad consciente, aunque haya mucho que quede por entender de la mente inconsciente. No es que la mente consciente esté separada del cerebro, decir eso sería engañoso, pero para explicar el cerebro físico se necesitan leyes de la física, y mucha de esta actividad se realiza con procesos que entendemos. Hay procesos que no entendemos, que gobiernan la actividad consciente.
Usted ha argumentado que las computadoras actuales son incapaces de ser inteligentes, y que el proceso racional de la mente humana no puede ser duplicado. ¿Las computadoras jamás reemplazarán la inteligencia humana?
Se puede decir que sí pienso eso, si de lo que estamos hablando es de las computadoras actuales. Pero es obvio que la tecnología avanzará y no tengo argumentos contra el hecho de que la tecnología alcance un nivel en el que hago uso de los mismos procesos físicos que emplea el cerebro. No estoy diciendo que haya algo misterioso sobre el ser humano que vaya más allá de cualquier logro tecnológico. Lo que digo es que aún supera al entendimiento que tenemos hoy de las computadoras. Tendríamos que ir más allá de las actuales fronteras de la mecánica cuántica. No estoy diciendo que jamás habrá en un futuro un Frankenstein que cree un monstruo que realmente tenga conciencia. Pero en una imagen actual del mundo eso no puede suceder.
¿Hay algo en Marte que valga la pena traer?
Usted habla de valer la pena. Eso involucra dinero y cosas así. Soy un entusiasta de la exploración de Marte, pero sé que hoy hay muchas consideraciones como cuánto dinero debemos invertir en eso…
Y científicamente, ¿vale la pena?
Estoy seguro de que sí. Pero, nuevamente, uno tiene que preguntarse qué se podría hacer por la misma cantidad de dinero. Claro, ir a Marte es una de esas cosas que atrapa la imaginación y por eso la idea de la investigación científica es algo que la gente seguramente va a apreciar. Y eso va más allá de lo que realmente se consiga por explorar la superficie de Marte. Aunque no tengo idea, porque a lo mejor se descubre algo extraordinario que cambie nuestro punto de vista. Creo que es poco probable. Acabamos de descubrir que hay o hubo agua en Marte, ríos y cosas así, que valdría la pena tratar de entender. También, si ocurre algo dramático en Marte, como un cambio de clima. Es difícil estar seguro, y eso es parte del problema. No lo sabemos.
¿La pregunta sobre si eventualmente será la casa de la especie humana se puede responder?
Es difícil. ¿Sería mejor estar en Marte que en la Luna? Claro, esa pregunta tiene que ver con la supervivencia de la especie. Por lo pronto no tenemos la tecnología para hacerlo… No lo sé, quizá en el futuro haya grandes colonias ahí. Puede funcionar como una póliza de seguro en caso de que haya un desastre aquí y que alguien sobreviva aunque en la Tierra nos destruyamos.
Déjeme preguntarle por el Gran Colisionador de Hadrones. Nos ha permitido ahondar en teorías físicas hasta ahora tratadas sólo sobre papel. ¿Cuáles cree que serán los futuros descubrimientos que se realizarán allí?
Es muy incómodo para ellos. El LHC es muy caro y un proyecto maravilloso, pero durante muchos años se dijo que su principal propósito era descubrir el Bosón de Higgs. Y, una vez que lo descubrieron, se sintieron un poco perdidos y dijeron: “Ahora vamos a descubrir materia oscura”. Verá usted, la materia oscura es muy importante. Es la mayor contribuidora de material astral en el universo, y sería muy bueno saber más de ella, pero no parece tener un lugar en el sentido tradicional de la física de partículas. Pero sólo están escarbando alrededor de su anterior descubrimiento. “Tal vez descubramos materia oscura”, dicen. La materia oscura es completamente distinta del Bosón de Higgs. Con el Bosón de Higgs sabían más o menos lo que estaban buscando. Era un proyecto con objetivos claros. Con la materia oscura, no tienen idea.
Su libro El camino a la realidad es referencia de la divulgación científica actual.
¿Cómo cree que se podría favorecer el acceso al conocimiento científico para el público no especializado?
Ese libro estaba dirigido a un público intermedio. Hay muchas cosas hoy de lo que podríamos llamar ciencia popular. Hay buenos programas, pero eso casi siempre contiene algo especulativo...
¿Como el actor que juega el papel de usted en la serie de televisión de la vida de Stephen Hawking?
¡Es cierto! La conferencia que da no se parece en nada a la que yo di. Es una conferencia que supuestamente inspiró a Hawking. Sí di una en Londres en esos días, pero Hawking no estuvo ahí. ¡Jajaja! Así que así no fue la historia. Sin embargo, no es tan injusta la trama, porque repetí esa misma conferencia en Cambridge y
Stephen Hawking sí estuvo…
Pero lo interrumpí. Usted decía que a muchos programas les falta precisión.
Así es. Casi siempre se alejan de la ciencia o son imprecisos, pero hay programas serios. Aun así, sólo se llega a cierto nivel. Con El camino a la realidad yo trataba de elevar un poco el nivel, en el sentido de lograr un entendimiento genuino, aunque más de la mitad del libro es de matemáticas, casi no se puede aprender teoría física leyéndolo.
¿Qué consejo daría a los profesores de ciencias para fomentar el amor por la curiosidad y la investigación?
Es importante para ellos inspirar a sus alumnos. La emoción de alguien por un tema puede ser infecciosa. Es una pregunta complicada porque hay muy buenas clases y conferencias en internet, con las que la gente gana mucho sin tener a una persona enfrente. Por otro lado se pierde mucho, porque un buen maestro será sensible a sus alumnos en lo individual y lo que necesitan para avanzar. Es decir, hay enseñanza científica magnífica en la red, pero una parte del conocimiento sólo puede ser transmitida por alguien que interactúe con sus alumnos.
Sobre desigualdad económica, ¿hay una brecha en el conocimiento científico y tecnológico como la hay en el caso del ingreso?
En lo económico es más fácil de determinar, porque involucra básicamente dinero. En esto es más complicado de percibir, porque involucra la destreza tecnológica. Por ejemplo, los gadgets: hay muy pocas personas que entienden de manera cabal cómo funcionan. Son construidos por científicos de diferentes especialidades, algunos de los cuales son expertos en mecánica cuántica. ¿Se tiene que entender la mecánica cuántica para usarlos? No. Esto no es como en el pasado, en que las máquinas que asistían al hombre eran más sencillas y, sus procesos, más visibles. En los gadgets, la mayoría está escondida. Hay expertos en partes del proceso. El conocimiento no se concentra en un solo grupo de personas.
Incluso en los países desarrollados, las calificaciones en ciencia en el sistema educativo están cayendo. ¿Qué opinión le merece?
Las comparaciones en ese rubro son difíciles. Las pruebas no son iguales. En Inglaterra la queja es inversa: suben las calificaciones y la gente cree que las pruebas se han vuelto más fáciles. Es difícil comparar a los alumnos de escuelas privadas y escuelas públicas.
¿Qué le parece cómo se enseña ciencia hoy en día?
Las materias han cambiado. Ha habido desarrollo. No se puede enseñar como antes.
¿Aún se puede enseñar ciencia en un pizarrón?
Sí. Los pizarrones se siguen usando en las clases de matemáticas. Uno puede conducir a un alumno por un algoritmo mucho mejor en un pizarrón. La presentación puede ser muy bonita, pero puede tener la dificultad de explicar los cálculos. Yo prefiero los pizarrones de gis que los de plumón, porque el punto es más grueso. Y ahora hay esos pizarrones sofisticados que descargan lo que uno escribe a una computadora.
¿Y la forma en que se enseñaba hace 50 años sigue siendo relevante?
Creo que sí. En los países del este asiático se sigue teniendo un proceso de enseñanza rígido, mientras que en Inglaterra es liberal. Las culturas son diferentes y no creo que eso vaya a cambiar. Aunque el sistema de exámenes y la mayor competencia tienden a volver todo rígido. El mundo se ha vuelto muy competitivo. Ojalá no lo fuera tanto. La gente lucha por entrar en las universidades. Por eso, tener una buena calificación en exámenes se ha vuelto muy importante, aunque vaya contra el propósito de la enseñanza, como la entiendo, de que los alumnos aprendan a pensar.
Usted viene de una familia de artistas. Su abuelo, su padre. ¿Cree que la ciencia y el arte están interconectados?
De alguna manera, sí. Es curioso que me lo pregunte porque en cuanto vuelva a casa daré una conferencia sobre ello. Voy a hablar de M.C.
Escher, el artista holandés. Mi abuelo paterno fue un artista profesional. Mi padre tenía habilidades artísticas. Eran cuatro hermanos. Roland, el hermano de mi padre, fue un artista involucrado en el Movimiento Surrealista. Era amigo de Picasso, Max Ernst y Man Ray. Su segunda esposa fue la fotógrafa Lee Miller. Así que la comunidad artística era importante para él. Creo que yo heredé algo de eso, cosa que encuentro útil cuando trato de resolver cosas científicas. Tengo un pensamiento muy geométrico. Me ha ayudado mucho, especialmente en mis conferencias de ciencia popular. En cambio, cuando doy conferencias o cursos a matemáticos, sacar imágenes sería un error. No gustan. Y no sólo eso: la mayoría de los matemáticos no las entiende.
(tomado de: http://www.excelsior.com.mx/expresiones/2015/11/06/1055609)