Ciudad de México. De Sonora a Yucatán, la enseñanza de las matemáticas en México se revolucionó cuando Manuela Garín Pinilla tomó las riendas de las instituciones universitarias de esas dos entidades. Y de muchas otras más.
Revolución, matemáticas, camaradería y docencia fueron algunas de las batallas de esta mujer que fue niña migrante desde Asturias hasta Cuba durante los convulsionados años de la Primera Guerra Mundial; más tarde refugiada en México, huyendo de la Cuba de Gerardo Machado. Mane, como le llamaban sus numerosísimos amigos, fue pionera en las ciencias, pasó cinco décadas de su vida en las aulas, madre del máximo exponente del movimiento estudiantil del 68 y de una notable bailarina, activista por la libertad de los presos políticos y reformadora de la docencia de las matemáticas en las escuelas y universidades del país. Ayer murió. Había cumplido 105 años de fructífera vida.
Nació el primero de enero de 1914, el primer año de la era llamada “el siglo corto”, en Asturias. Su padrastro se trasladó con toda la familia a Pinar del Río, en Cuba, contratado por una compañía minera y ahí, a falta de escuela para Manuela, le inculcó el amor por los números, los cálculos y el conocimiento de las ciencias duras.
La crisis económica y los pininos de Manuela en las tareas clandestinas contra la dictadura de Gerardo Machado hicieron que la madre y sus hijos huyeran a México. Aquí Manuela volvió a desafiar los límites que se imponían a las mujeres de su época y trabó muy pronto vínculos con trabajadores de las carnicerías y de ahí pasó a formar filas del Partido Comunista. Eran los años de Lázaro Cárdenas.
Fue una de las dos primeras mujeres en ingresar a la entonces muy pequeña Facultad de Ciencias de la UNAM y pionera en el estudio de las matemáticas.
Hace años, en una entrevista, la periodista Paula Mónaco Felipe le preguntó lo que muchos en la vida nos preguntamos: ¿Porqué son importantes las matemáticas?
Lo son, respondió, “porque son pura lógica. Si sabes hacer razonamientos lógicos y sacar conclusiones, cuando te dicen algo que no tiene lógica dices: “pera, pera, barájamela más despacio, ¿dónde me quisiste engañar o dónde te tropezaste y te fuiste por otro lado?” Es muy difícil que se engañe a la gente que sabe matemáticas”.
Esposa del ingeniero Raúl Álvarez fue una esposa y madre poco convencional. Mane narró en una entrevista realizada para este diario hace cinco años que en el sencillo comedor de su departamento nunca se dejó de hablar y discutir sobre política: los ferrocarrileros, la autonomía universitaria, Vietnam, Cuba, las dictaduras, los estudiantes. Su hijo Raúl Álvarez Garín, de niño y adolescente, nunca dejó de parar oreja.
Por sus métodos avanzados de enseñanza a en las matemáticas aplicadas, Mane fue llamada a fundar el Instituto de Geofísica en la Universidad de Yucatán y más tarde la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora.
Contribuyó al desarrollo de modelos matemáticos de geomagnetismo, desarrolló en los años 70 planes de estudio y libros para la enseñanza a media y fue docente en el Tecnológico o de Monterrey y en la Facultad de Ingeniería de la UNAM